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“Lo Que Se Necesita”
Location:
Oregon, EEUU
Date:
Monday, November 1, 2021
Teacher(s):
Receiver:
La Pequeña Voz Queda: “La activación espiritual es una realidad: un hecho de la vida eterna. A diferencia del nacimiento físico, requiere de tu participación. La etapa de formación de tu alma sucede dentro de los cálidos confines del vientre materno de última generación. Luego de la incubación allí, por nueve meses, tú haces la gran entrada en el espacioso vientre planetario, para quedarte ahí por un tiempo indefinido, hasta que alcances tu próxima fecha de caducidad, y emerjas en algún otro lugar del vasto multiverso.
Tus padres biológicos espirituales son Cristo Miguel (quien encarnó entre ustedes como Josué Ben José) y su Reina Consorte — el Espíritu Materno. Durante tu gestación espiritual, tú estás unido a ellos por un cordón umbilical compuesto por los tejidos conectivos del Espíritu de la Verdad y el Espíritu Santo — un tubo de alimentación que te proporciona los nutrientes esenciales para el alma.
La maduración de tu envoltura carnal sigue un curso natural y divinamente ordenado. Es imparable, a menos que tomes la irremediable y desafortunada decisión de dejarlo.
Puedes afirmar que no tuviste voz en tu concepción. Sin embargo, sí que tienes una respecto a tu supervivencia eterna, ya que eres tu cocreador. Como tal, necesitas atender las necesidades de tu alma niño, y proteger su sustento tratando tu cuerpo como un santuario.
Idealmente, tu nacimiento espiritual (o renacimiento) debería suceder en este mundo — más allá de si eres un pimpollo tardío. Cuanto antes, mejor, ya que es tu valiosa contribución al bienestar cósmico — tu parcela del Cielo, que se anexa al Reino de los Corazones.
A medida que te desarrollas espiritualmente, también creces en autoestima. La fuerza de la vida y la luz, son indispensables para el crecimiento y la iluminación. Sean como los girasoles, que mantienen sus rostros vueltos hacia la luz del sol, mientras extraen sus nutrientes del suelo fértil, donde la vida los plantó.”
Traducido por Silvia Adriana Cohane.
